Creamos la raza perfecta, pero olvidamos honrar al ser.
El Alma es Inéditable:
En el área del coaching, a menudo veo personas que llegan atrapadas. Buscan apoyo porque su relación de pareja se atascó en algún punto; el amor se cubrió de conveniencia y ahora viven en ese loop eterno de comodidad, pero no de felicidad.
Pasan sus días enfocados en lo que no reciben, en lo que esperan del otro, en por qué la otra persona no cumple sus expectativas.
Suena agotador, ¿verdad?
Ahora, con esa misma honestidad, te invito a mirar a tu mascota. ¿Cuántas veces aplicamos, sin darnos cuenta, este mismo patrón a nuestro vínculo con ellos?
Durante siglos, hemos sido arquitectos de la naturaleza animal. Nos hemos apoyado en ellos para nuestro beneficio, desarrollando razas con una precisión casi obsesiva. Fuimos tan perfeccionistas que seleccionamos no solo características físicas, sino también sociales, todo para crear seres que cumplieran nuestras expectativas.
Creamos al maravilloso Teckel, con un olfato capaz de encontrar trufas, pero con el tamaño ideal para que pudiera acompañarnos en casa.
Dimos forma a los Pastores Alemanes: fuertes, inteligentes, activos. Se dice que si el Pastor Alemán no es el mejor en algo, es el segundo mejor en todo; una máquina de obediencia para nuestras tareas.
Diseñamos a los Berneses y Mastines, gigantes nobles para cuidar nuestro ganado, pero con la docilidad exacta para convivir con borregos y chivos sin alterarlos.
Hemos compensado nuestras necesidades, incluso las emocionales, creando perros de apoyo y guías para personas con capacidades diferentes. El foco siempre ha estado en nosotros. En "lo que yo necesito".
Pero, ¿qué sucede cuando ese "diseño perfecto" choca con nuestra vida moderna? ¿Qué pasa cuando el instinto que tanto admiramos se vuelve un inconveniente?
El Husky que necesita correr kilómetros, ahora destruye un sofá en un departamento pequeño. El Pastor Belga que necesita un trabajo, desarrolla ansiedad por separación. De repente, esas "peculiaridades" que aplaudimos en la teoría, las etiquetamos como "defectos" en la práctica, simplemente porque no se adaptan a nuestra convencionalidad actual.
Les pedimos que sean algo para lo que no fueron diseñados, y nos frustramos cuando no pueden cumplirlo. Seguimos atorados en la pregunta: ¿Por qué no me das lo que necesito?
Y sin embargo, en medio de toda nuestra manipulación genética, hay algo que, por fortuna, no pudimos tocar. Hay algo que no hemos podido modificar: su amor infinito.
¿Te imaginas si hubiéramos tenido el poder de hacer que se parecieran un poco más a nosotros? Probablemente tendrían nuestro egoísmo, nuestros rencores, nuestra incapacidad para perdonar.
Pero el alma es inéditable.
Así como las personas tenemos heridas profundas y, a pesar de ellas, nuestra esencia se conserva, nuestras mascotas, a pesar de toda nuestra manipulación, conservan intacto el ser de nuestros mejores amigos: su lealtad absoluta, su presencia incondicional y su capacidad de amar sin juicio.
Aquí es donde nace la verdadera sanación.
BioVínculo® es una invitación a dejar de exigir y empezar a honrar.
Es una invitación a honrar ese amor incondicional y, finalmente, aceptar su ser por completo. Sí, esas "peculiaridades" que nos incomodan. Esos instintos que no entendemos. Es hora de darles un lugar con amor, así como su infinita lealtad le da un lugar a todas nuestras sombras y nuestro estrés sin pedir nada a cambio.
La verdadera transformación en nuestra relación con ellos (y con la vida) ocurre cuando dejamos de buscar lo que "yo necesito" en todo y, por fin, nos atrevemos a cambiar la pregunta.
¿Qué soy capaz de dar?
Porque al invertir la balanza, al dejar de ser "tomadores" para convertirnos en "dadores" —dadores de espacio, de respeto, de comprensión, de amor incondicional—, la verdadera abundancia del vínculo llega a nosotros. Y esa, amigos, es la sanación más profunda.